Todos los días pasaba por la puerta, tantas caminando, años en bicicleta hacia el
colegio, en los últimos tiempos en automóvil. La destrucción de la casa era
cada vez más notoria, entre el desteñido y descascarado no se
reconocía el color en que se la había pintado, el óxido había invadido las
rejas, las persianas siempre cerradas casi ocultas por la maleza.
Un martes temprano se
sorprendió al ver una multitud de
hombres trabajando, jardineros, pintores, poceros. Desde las ventanas abiertas podían
verse algunas mujeres en el interior.
Con el correr de los meses
la reconstrucción de la casa la llevaba a su aspecto original, que casi
no recordaba, paredes blancas, la herrería negra, aberturas barnizadas. El
conjunto imponente en tres pisos, su
belleza sobresalía en un barrio de casas bajas.
Un sábado cuando sacó a pasear su perro, fue testigo de la mudanza
Los días siguientes en el recorrido habitual a su trabajo
observaba la presencia de tres niños en el jardín, en ciertas oportunidades el
portón daba paso a la salida de un gran automóvil.
Pero una mañana la
casa está rodeada de gente, un par de patrulleros, gritos y llantos por doquier, a una ambulancia subían una
camilla que transportaba un pequeño cuerpo.
Al regreso su madre le conto, uno de los niños había salido corriendo y su
propio padre lo atropello, causándole la muerte
La familia se mudó, la casa fue cerrada y nuevamente se deterioró, han pasado muchos
años y nunca más fue habitada.
Gardenia
Mucha tristeza...yo sueño con casas...siempre mía...pero en diferentes situaciones
ResponderEliminarBesos